En esta entrada te cuento el parto de mis mellizos, después de un embarazo múltiple un poco complicado. Afortunadamente todo terminó de la mejor forma posible.
Sin embargo, aunque he ido contando cosas sueltas, hasta ahora yo no había dedicado una entrada a contar mi parto, creo que por dos motivos:
- A pesar de ser muy especial para mí porque me trajo a lo mejor que hay en mi vida, no fue un parto gemelar ni rápido, ni fácil, ni bonito. No quería asustar a ninguna mamá que nos lea en la dulce espera;
- Cuando yo estaba embarazada no leí nada, ni vi vídeos ni nada de nada, sobre el parto. Por un lado, no quería formarme expectativas de lo que iba a ser, para no romper la magia de un momento tan trascendental. Por otro, me parecía tan imposible, después de haber sufrido tres abortos, que pudiera llegar al parto. Así que mi preocupación era esa precisamente, conseguir llevar adelante el embarazo y llegar a la meta (al momento inmediatamente anterior).
Sin embargo, si había una pregunta que me repetían a menudo durante el embarazo era precisamente «¿tienes miedo al parto?». Por tanto creo que la rara soy yo, y hay muchas mamás a las que sí les gusta leer y conocer otras historias. Aquí va la mía en 6 capítulos:
1- LA INDUCCIÓN DEL PARTO GEMELAR
El día que cumplía 38 semanas tocaba consulta con la tocóloga. Es raro de explicar, pero tenía la sensación de que había tocado techo, de que mi útero ya no era esa incubadora mágica ni el mejor lugar para mis bebés. Sentía que no tenía más recursos en mi cuerpo para alimentarlos y que iban a estar mejor fuera que dentro. Sin embargo mis niños parecían muy cómodos. Después de un par de amenazas de parto prematuro, de haber aplicado la maduración pulmonar y la tocólisis para parar el supuesto parto en la semana 33 y de las constantes contracciones, allí seguían ellos.
Le rogué a la ginecóloga que me provocara el parto. No era la primera vez, la semana anterior también se lo había pedido pero me dijo que no se debe hacer si no hay nada que lo indique. Pero ya tenía el cuello el útero totalmente borrado y blando. Así que, ante mi insistencia, decidió que por fin sí, me lo provocaran. Ese mismo día ingresé.
Fue al cruzar la puerta del paritorio cuando fui consciente de que iba a traer dos bebés al mundo. Después del miedo, del reposo y del largo camino, por fin llegaba el momento. No hizo falta aplicar prostaglandinas. Me rompieron una de las bolsas y sin oxitocina comencé inmediatamente a tener contracciones fortísimas, cortas pero muy seguidas. Mi deplorable forma física, debida a tanto reposo, me impedía colocarme de ninguna postura que las aliviara. Así que aguanté un par de horas y pedí la epidural.
2- PRIMER SUSTO
La anestesia obró magia y los dolores (que no la presión) desaparecieron de inmediato. Al rato de ponerme la epidural empecé a sentir mucho frío, y después a tiritar. Los temblores casi espasmódicos que me provocaba la tiritona no me parecían muy normales, pero la matrona no le dio importancia y me dijo que eran debidos a la anestesia.
Conseguí dar unas cabezadas y cuando me desperté, el monitor del latido de uno de los bebés empezó a pitar. Luego el otro. Los bebés tenían taquicardia.
De repente apareció una matrona muy resuelta, me desnudó y empezó a aplicar paños húmedos por todo mi cuerpo. Le oí que pedía que me metieran paracetamol en vena. Tenía fiebre, y eso no es bueno, nada bueno, para los bebés. Con el tiempo supe que lo que me pasó se llama corioamnionitis, o infección aguda de las membranas placentarias (corion y amnios). Es bastante peligroso si no se controla a tiempo o si se produce en etapas más tempranas de la gestación.
3- EL EXPULSIVO
Consiguieron controlar mi temperatura y los latidos de los bebés y el parto siguió avanzando. Tras 9 horas por fin había dilatado los 10 cm y comenzó el expulsivo. Menos mal que me había advertido, porque si no me habría dado un síncope cuando vimos cómo el paritorio de repente se empezó a llenar de personal. En un momento álgido, el papá contó 17 personas aparte de nosotros dos. Y yo espatarrada en el potro, aquel día definitivamente perdí la poca vergüenza que me quedaba.
Comenzaron los pujos, y aquello no avanzaba. Mis partes íntimas parecían un buzón susceptible de ser explorado por cuanto ginecólogo pasara por allí. Después de cuatro horas y que Zipi apenas se colocara más que a mitad del canal de parto, me anunciaron la temida cesárea.
4- LA CESÁREA
Me llevaron al quirófano corriendo, el paritorio gemelar está estratégicamente situado en frente de este. En pocos minutos habían nacido los dos. El papá no pudo entrar. Yo tenía una cortina puesta a la altura del pecho que me impedía ver la intervención y estaba con los brazos en cruz, atada y entre cables y vías. Por lo tanto no pude más que ver a los niños, nada de tocarlos ni olerlos, ni por supuesto de practicar el piel con piel. Al menos el equipo de pediatras de Zape fue más considerado y me dejaron darle un besín. A Zipi sólo me lo acercaron 1 segundo.
Una de las pediatras me informó de que los niños estaban perfectamente. Sin embargo, debido al proceso infeccioso que yo había sufrido durante el parto, tenían que seguir un protocolo de antibiótico con ellos (además de conmigo). Por esto estarían ingresados 48 horas en neonatos.
5- SEGUNDO SUSTO Y REANIMACIÓN
Mientras tanto, todo el mundo tras la cortina estaba muy ajetreado dándole unos viajes de aúpa a mi barriga. Sufría atonía uterina, mi útero no se encogía y la hemorragia no disminuía. Perdí mucha sangre. Estuvieron masajeando mi abdomen durante un buen rato y cuando pareció que estaba medio controlado me dejaron un buen rato en el quirófano en observación.
Cuando por fin se controló la hemorragia me llevaron a reanimación. Qué sensación tan extraña, allí en un box durante ni sé cuánto tiempo, vacía, totalmente aislada sin saber cómo estaban mis niños, sin contacto con ellos ni su papá. Sólo recuerdo que tenía mucha sed y me daban unos palitos impregnados en un líquido que sabía muy rico pero que no me quitaba las enormes ganas de beber un buen vaso de agua.
Finalmente me subieron a la habitación y allí estaba mi querida tía B. Nunca me he alegrado tanto de ver a alguien de mi familia. Hasta el día siguiente por la mañana no pude ver a mis niños. Apenas me podía levantar, estaba muy débil y no me dejaban bajar a neonatos a verlos por más que yo insistiera.
6- EL ESPERADO ENCUENTRO
Recuerdo cuando por fin pude bajar a verlos, la sensación tan rara que experimenté. No me podía creer que aquellos niños tan grandes hubieran estado hasta hacía unas horas dentro de mí. Me parecía increíble, mis niños ya estaban aquí. Debería estar pletórica, feliz, y sin embargo no lo estaba. Y además, tras tantos meses alimentándolos en mis entrañas, de repente en aquel momento los sentí dos extraños.
¿Dónde estaba ese flechazo del que tanto había oído hablar? (En esta otra entrada te hablo sobre el «amor a segunda vista«) ¿Era una mala madre? ¿Sería porque no me los habían puesto encima nada más nacer? Yo no sentía amor, sólo sentía que tenía que protegerlos, pero ¿cómo? Estaba aturdida. No sabía ni siquiera cómo cogerlos. Yo, que nunca había dudado en acunar a otros recién nacidos, de repente no sabía cómo actuar con mis propios hijos.
Y COLORÍN COLORADO…
Esta es la historia de mi parto, siento haberme extendido tanto, especialmente porque a mi compiblogger le espantan los posts extensos (Elena, ¿me perdonas?). A pesar de todo lo malo, los sustos y la cicatriz de la cesárea, no tengo un mal recuerdo, sino todo lo contrario. Sin duda volvería a pasar por lo mismo si me garantizan un final igual.
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Hola!!! Estoy preocupada estoy de 25 semanas y desde hace unos dias tengo dolores y la variga muy dura y tenza, me isieron una eco hace 15 dias y los bebes estan en posicion cefalica esto es normal o me deberia de asustar??? Ayudenme porfa tengo cita asta dentro de 2 semanas
Hola Ana! Leo vuestro blog de vez en cuando y cuando he visto esta entrada me ha dado un vuelco el corazon… parece mi historia!
Tuve la misma sensacion de: "mi cuerpo ya no da mas de si" ( por sobrecarga de trabajo y falta de personal me retrasaron la induccion hasta la semana 39)
En mi caso con los pujos salionel primero pero por la atonia de mi utero no tuve fuerza para sacar al segundo. Asi que como sus latidos se espaciaban cada vez mas me hicieron una cesaria de urgencia ( como digo yo tuve un parto total)
Luego vino la atonia del utero, la recuperación de la anestesia, una hemorragia posterior…
Y por ultimo, y lo que mas cicatriz me dejara por siempre, no haberme enamorado a primera vista de mis hijos como me paso con su hermana mayor… ¿ eran menos q mi hija y por eso les queria menos? ¿era una mala madre?
14meses despues puedo decir que los quiero igual, que mi vida sin ellos no tendria sentido. Y que "el parto total" aun con todo, merecio la pena…
Me encanta vuestro blog. Seguir asi!
Hola Tamara:
Muchas gracias por tus palabras y tu sinceridad. Se me había pasado tu comentario, disculpa!
Un beso
Me ha encantado leer el relato de tu parto, Ana, ha sido muy emocionante y lo has contado con una honestidad elogiable. Y no me ha parecido extenso, para nada y mucho menos al estructurarlo en bloques, chapó! Yo también me he sentido identificada en muchos aspectos porque tambien tuve un parto inducido a las 38 semanas, ya no podía casi ni caminar y a pesar de pasar 15 horas dilatando con la bendita epidural, si pude disfrutar de un parto vaginal que ha sido. La experiencia más maravillosa que he tenido nunca. De una manera o de otra, el día que damos a luz nos toca la lotería y a nosotras, por partida doble! Un beso!
Rocío
Hola Rocío:
Muchas gracias por tus palabras.
Qué suerte que pudieras vivir un parto vaginal.
Y sí, ciertamente nos tocó la lotería el día que dimos a luz, creo que por eso tengo tan buen recuerdo de todo a pesar de tanta complicación.
Un beso
Hasta me he emocionado!!! Relato largo y ademas muy interesante! Te tele transporta… Sencillamente tu.
Gracias, me alegro de que te haya gustado leerlo 😉
Has descrito muchas cosas que me pasaron a mi al traer al mundo a mis chiquitines. Yo tambien tuve atonia uterina pero no se dieron cuenta hasta pasadas las horas…estuve a punto de morir y pasé dos dias en cuidados intensivos alejada de mis peques, que estaban perfectos. Tambien recuerdo ls dichosos palitos dulces, y que hubiera dado un año de vida por beber un vaso de agua! Ahora tienen casi un año y el vinculo es mucho mas fuerte que entonces. Me ha encantado leerte y recordar tantas cosas, yo tb volveria a vivirlo:).
Hola Esther:
Uf menudo susto con la atonía, que te la detectaran tan tarde, y que tuvieras que estar alejada de ellos dos días… Por suerte aquí estás para contarlo y disfrutar de tus peques, y hacer crecer ese fuerte vínculo día a día.
Por cierto, qué ricos están los palitos esos, pero los muy puñeteros no quitan ni un ápice la sed!!
Gracias por comentar.
Un abrazo
Yo tampoco pude disfrutar del piel con piel porque tambien me hicieron una cesarea. Por suerte, mi parto no fue una romeria de ir y venir gente. Me ha gustado mucho como has descrito las sensaciones que tuviste nada mas ser mama. Cada mujer vivimos ese momento de una manera muy especial y diferente. Un abrazo.
Hola Rath!
Sí cada parto es una experiencia única e irrepetible. Elena que ha tenido tres dice que cada uno fue totalmente diferente.
Gracias por tus palabras, la verdad es que me sorprendió mucho lo que sentí nada más verlos, eso sí que no me lo esperaba!
Un beso
Hola Ana, me encantó leer tu relato! Y también el detalle. Que se hable con claridad de todo lo que implica un parto de gemelos al contrario de asustar creo que ilumina! Tantos puntos de conexión con mi parto en cuanto a situaciones y sensaciones! Que peregrinaje implica un parto gemelar campeona! Beso grande
Hola Erica!
Gracias por pasarte y por tu comentario. Recuerdo que la entrada sobre tu parto fue una de las primeras que leí en vuestro blog, y me sentí también muy identificada.
Muchas gracias por tus palabras. Quería contarlo tal como fue pero sin ser demasiado tremendista.
Un besote
Ana