Hace unas semanas conté con prolijidad el glorioso parto de mis mellizos. En aquel momento omití un «pequeño» detalle del parto que me trajo de cabeza en el postparto. Y lo hice porque no quería enrollarme más todavía ni convertir más aún mi relato en un artículo de «El Caso» (¿sigue existiendo este periódico?).
Luego dándole vueltas creí oportuno compartirlo, porque, si bien es improbable que te pase lo mismo, a lo mejor hay una remota probabilidad de que te veas en las mismas, y quizás leyéndome pueda evitarlo. Intentaré no dar detalles demasiado asquerosetes (es complicado) y dejar parte a la imaginación de la lectora.
Como contaba en la entrada del parto, tras completar la dilatación en nueve horas, Zape se quedó un poco atascado en el expulsivo, y después de otras cuatro horas de intentar sin éxito que coronara, tras muchas manos que exploraron mis partes, y tras ver que no había forma, me mandaron a cesárea. Como aquello había sido un festival de meter dedos a ver si el niño estaba pa arriba, pa abajo, de un lado o de otro, algo debieron rasgar por ahí abajo porque me dijeron que me iban a poner unos puntos antes de pasar a rajar la barriga. Terminadas las gestiones en el paritorio, me llevaron corriendo al quirófano, que estaba enfrente, y allí procedieron a la cesárea.
Una vez en planta, todo el rato me trataron como recién parida por cesárea y obviaron el «pequeño» detalle de que había estado 9 horas dilatando con éxito aunque más tarde no se pudiera completar el parto. Total, se olvidaron por completo de lo de más abajo, y salí del hospital sin tacto vaginal ni exploración alguna de mis partes íntimas.
Molestias durante el postparto y visitas a Urgencias
A la semana del parto, le comenté a la matrona que me habían dado puntos «ahí abajo» y que notaba «algo raro», me exploró y me dijo que la mayoría de puntos se habían reabsorbido y que todo estaba correcto.
A los diez días de estar en casa comencé a tener unas molestias muy desagradables en mis zonas nobles, que incluían un escozores que me llevaban a las lágrimas y el emanamiento de una fragancia igual de intensa que unas gotas de Chanel #5 e inversamente proporcional de agradable. Por otra parte, como nunca había pasado un postparto, tampoco estaba muy segura de si los loquios que estaba teniendo eran muy normales, porque parecían pasados por un colador.
El caso es que ante tan tremendas molestias acudí a Urgencias y me dijeron que serían unos hongos, que se solucionaba con una «pomadita» y unos óvulos, y a casa. Me hicieron un cultivo «por si acaso» y a los pocos días me llamaron para decirme que estaba todo en orden y que siguiera con las indicaciones pautadas.
Pasó otra semana y aquello no mejoró lo más mínimo, así que volví a Urgencias. De paso, ya que estaba allí, recogí los resultados en papel del cultivo de hacía una semana. Y resulta que ¡no estaba nada en orden! tenía infección por la bacteria estreptococo agalactiae (esa que nos da tanto miedo en el parto, y que de hecho en los cultivos durante el embarazo siempre dio negativo). Yo no entendía muy bien por qué me habían llamado para decirme que estaba todo correcto y ahora me encontraba con esto, pero en fin… no tenía fuerzas para protestar o pedir explicaciones, yo sólo quería que me solucionaran el problema que tenia delante… (más bien debajo…) Me atendió otro ginecólogo, que además fue bastante desagradable y no me trató nada bien. Me recetó antibiótico sin apenas escucharme. Le pedí que por favor me explorara y con muy poca gana me exploró muy por encima y me dijo que estaba todo correcto. Aunque en su momento pasé muchísima vergüenza, ahora recordándolo me alegro del pestazo que le dejé en la consulta (y todavía se pensaría que era de no lavarme).
El antibiótico me alivió mucho, aunque yo seguía notando «cosas raras», pero como nunca había dado a luz antes, no tenía ni idea de cómo tiene que quedar el cuerpo después así que me resigné. Y bueno, como ya sabes, el ajetreo de tener dos recién nacidos en casa deja poco tiempo para nada más que no sea pura supervivencia (respirar, comer, dormir e ir al baño, por este orden)…
Cuando se descubrió el pastel…
Pasados dos meses fui a hacerme la citología, que ya me tocaba… Y nada más ponerme el espéculo, al médico se le puso una cara de espanto que me asustó. Y me dice, «Uy lo que aquí tienes… A ver, espera que te lo saco». Y noté cómo empezaba a tirar y tirar, no sé si sentí más grima o dolor. Y allí que me sacó ¡UNA GASA! de más de 10 cm de largo, que llevaba conviviendo conmigo dos meses…
El hombre no daba crédito. No le pareció extraño que se hubiesen olvidado una gasa ahí dentro, según me comentó es relativamente frecuente que esto pase. Pero no se podía creer que en dos meses nadie me la hubiera visto, ni la matrona a los pocos días, ni los ginecólogos que me atendieron por urgencias, que al menos deberían haber sospechado de la presencia de un cuerpo extraño solamente por el olor tan desagradable que desprendía yo, que iba como una mofeta lavándome cada dos horas y pasando más vergüenza que en toda mi vida.
El alivio definitivo
Tras la extracción del «cuerpo extraño» todo volvió a la normalidad, yo sentí un alivio inexplicable y todo se fue regulando poco a poco en mi cuerpo. El ginecólogo me dijo que, dentro de lo malo, si hay un sitio bueno (bueno significa que en dos meses no te haya matado) para que se quede un ovni alojado es la vagina, porque tiene tanta vida bacteriana que es complicado tener una infección peligrosa… Pero igualmente, NO MOLA NADA.
Espero no haber sido demasiado desagradable, sólo quería compartir por si a alguien le ayuda, aunque deseo que ninguna se vea en la misma situación.
(*) La URL completa de la imagen publicada en esta entrada es http://4.bp.blogspot.com/-fvzsPAm0G1M/TZ9SuzSpw4I/AAAAAAAAACk/Rxh3WQ8Q5uo/s1600/dibujos-de-enfermeras-2.jpg
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¡Ojiplática estoy! Qué barbaridad… Mi suegra es matrona y tuve la suerte de tenerla en casa en el postparto controlándome todo. Chiquilla, es que no sé ni qué decirte. Menos mal que ya pasó, porque esas cosas son muy traumáticas. A mí de tanto toqueteo y maniobras para sacar a la niña me dejaron el chichi como una breva (literalmente, enorme y negro, perdón por la expresión), y tuve que estar con unas barritas de hielo puestas un par de días para que aquello retomara su forma original. Aquí tenemos historias para todos los gustos… XD ¡Un beso!
Hola Belén! Se me había quedado tu comentario sin responder.
Qué suerte que tu suegra sea matrona! Y qué mal la hinchazón ahí abajo. A veces a una le apetecería irse al monte a parir tranquilamente sin incordios…
Un beso
Madre mía Ana, ¡qué fuerte! Yo sé de casos parecidos de "olvidos" en los quirófanos, pero lo de que no te lo detectaran después me ha parecido increíble!
En el parto de mi primer hijo la dilatación fue muy larga, 24 horas, y al final acabó en cesárea. Imagínate cuántas manos diferentes tuve ahí dentro… A una de las ginecólogas le sonó el móvil cuando me estaba haciendo el tacto y lo cogió, una mano dentro de mi cuerpo y otra con el móvil, mi cara y la de mi marido eran sendos poemas… él no se pudo callar y le dijo a la ginecóloga que no se fuera a confundir y me lo dejara dentro, jajajaja
Besos,
Rosa
Hola Rosa!
Jajaja la salida de tu marido con lo del movil de la ginecóloga es buenísima!
Un beso
Ana
Ostras Ana, qué angustia leyéndote hija. Menos mal que al final diste con un ginecólogo decente porque lo que te hicieron pasar no tiene nombre. Menuda pandilla de incompetentes. Un abrazo.
Hola guapa!
Los dos primeros meses de mis hijos los recuerdo en una nebulosa en la que ni sentía ni padecía, creo que lo habría pasado peor si me pasa hoy día, en frío, que soy más consciente de todo jaja…
Pero sí, menos mal que acabó en nada y se pudo solucionar.
Un abrazo,
Ana
Santo dios! Te juro que al leer lo del olor fue lo primero que pense… se te estaba pudriendo dentro!!! Madre mia! Yo que pari un mellizo vaginal y otro por cesaria, pase un tacto o varios y es muy desagradable cuando no tienen por donde cogerte con tanto punto. Pero es necesario y mas ahora leyendo esto.
Hola Tamara!
Madre mía tu parto, cómo fue esa recuperación? Qué campeona.
Yo lo pasé fatal, lo del olor era tremendo, no se entiende cómo dos ginecólogos no sospecharon nada, por lo visto me comentaba otra gine que están medio acostumbrados a tratar pacientes que se han olvidado el tampax dentro y es parecido… En fin…
Sí lo del tacto es muy desagradable, pero necesario en hospitales grandes en los que pasas por tantas manos y la información no fluye como debería…
Un abrazo,
Ana
No me creo lo que estoy leyendo, ¡Tenías que haber denunciado al hospital!
A mí me pasó algo parecido cuando me operaron de apendicitis de pequeña, se dejaron unos hilillos de sangre dentro y yo no hacía más que vomitar sangre como loca (era muy pequeña pero me acuerdo de esto perfectamente). Los médicos le decían a mis padres que era normal, hasta que decidieron mirarme bien y mira…
Además, los famosos hilillos de sangre se quedaron al lado de las trompas, que es justo lo que no funciona de mi sistema reproductor, ¿Casualidad?
Hola Adriana!
Ya! lo que pasa es que estaba tan hecha polvo que no tenía fuerzas ni para indignarme…
¡Qué fuerte lo tuyo también!
Un abrazo,
Ana