Después de la parte I, viene la parte II sobre cómo viajar en avión con mellizos y salir airosos (nunca mejor dicho) de la aventura.

Hace unos meses te contaba cómo lidiamos con los preparativos para viajar en avión con gemelos. Nosotros solemos volar periódicamente con ellos, un mínimo de tres veces al año. Es lo que tiene vivir en una isla.

Los primeros viajes con ellos eran una locura de preparativos, llenos de porsis, con un componente primerizo considerable, que crees que los bebés se pueden desintegrar si se te olvida el más mínimo detalle. Nuestro mayor reto era llegar a sentarnos todos en el asiento del avión, sanos y salvos. Es decir, el previo.

Sin embargo, a medida que los bebés crecen, los preparativos son cada vez más fáciles, hay menos imprevistos que controlar y los niños son más manejables y flexibles, y, sobre todo, los papis estamos más acostumbrados. Así que hemos dejado de preocuparnos por lo que viene antes de subir al avión y ahora nuestra mayor inquietud es: ¿QUÉ HACER CON ELLOS DURANTE EL VUELO?
Desde que los niños pueden sentarse en su propio asiento (con dos años) comienzas a jugar en otra división. Vuelves a leer revistas, a echar cabezadas, a ir al baño sola… Y ahí casi que ni hace falta un post porque sacas el ipad o una película y tienes el vuelo resuelto (aunque igualmente te puedes leer este interesantísimo post, ¿eh?).

Sin embargo, entre los 12 y los 24 meses… Pffff… Todavía deben ir sentados encima de un adulto. El tamaño y la energía que ostentan, unido a las estrecheces de la cabina, convierten el tiempo de vuelo en un estrés permanente. Los niños, por muy acostumbrados que estén a viajar, no están cómodos con la situación, si es que ¡no cabemos en el asiento!. Les cuesta estarse quietos, no pueden evitar estirar las piernas e indirectamente dar patadas al asiento de delante. Y nosotros (plenamente conscientes de lo molesto que es eso) llamándoles la atención. Se retuercen, lloran, protestan.

Los paseos por la cabina son una salida, pero no te puedes pasar el vuelo levantado. El personal necesita trabajar, moverse con el carrito para adelante y para atrás. Y además ellos se dedican a tocar las tabletas, móviles, ordenadores y dvds portátiles de los demás pasajeros a cada lado del pasillo porque les quedan a la altura de la mano. Si ya para rematar el vuelo es a una hora mala (especialmente última hora del día) ya ni hablemos. En resumen, un cuadro, para ser concretos, el de «El Grito» de Munch.

La solución para que todo sea más fácil es el tiempo. Pero como a veces no queremos (o no podemos) esperar a que esto suceda, aquí van algunos tips que no son una solución mágica, pero que en un momento dado te facilitan la existencia:

Embarque en el avión con los mellizos

Siempre llaman a las familias con niños y bebés a embarcar en primer lugar.

¡ERROR!

Esto supone que tienes que sentar e inmovilizar a los gemelos (evidentemente no pueden andar correteando por los pasillos mientras el resto del pasaje se acomoda) unos 15 o 20 minutos antes de lo que lo harías si entraras el último. Son 15 minutos más de permanencia en el avión, de llamarles la atención, de lucha al fin y al cabo, que van caldeando el ambiente y hacen que el vuelo empiece con muy mal pie. A todo ello hay que sumar que normalmente mientras se lleva a cabo el embarque, el aire acondicionado suele estar apagado, con lo cual se pasa mucho calor. A mis hijos el calor les pone de muuuuy mal humor (por mucho que hayan nacido en Canarias, corre sangre asturiana por sus venas);

Ropa para el viaje en avión

De toda la vida recuerdo pasar mucho frío en el avión. Una vez fui con sandalias y casi me tengo que amputar los dedos de los pies por hipotermia. Pero de unos años a esta parte (¿o es sólo desde que nacieron los niños?) paso un calor infernal, sea invierno o verano. Pero da igual, no escarmiento. Me empeño en abrigar a los niños como si fuéramos a viajar en iglú.

¡ERROR!

Así que, a olvidarse de bodies y camisetas térmicas. Siempre es mejor poner encima que quitar debajo. Además, cuando todavía viajan encima de ti van pegadísimos a tu cuerpo (gentileza de las compañías aéreas, que como sigan estrechando el espacio entre filas vamos a tener que ponernos a dieta dos meses antes de volar para poder caber en el asiento). Y ya se sabe que no hay mejor calefacción que el calor humano. Mis niños si tienen calor, y sudan, se ponen muuuuy nerviosos, y no hay forma de que se relajen, y, por ende, de que se duerman si les toca siesta. Calor inhumano + sueño = Estrés al cuadrado;

Comidas durante el vuelo

Aunque les vayas a dar un tarrito industrial, es una ventaja llevarlo ya preparado calentito en un termo para poder dárselo en cualquier momento. Si tienes que esperar a que el personal de cabina te lo prepare os pueden dar las uvas. Ellos se pasan todo el vuelo trabajando, y los tarritos los calientan  cuando pueden. Si a tus churumbeles les entra el hambre cuando están en medio del servicio a bordo, entonces igual para el aterrizaje te lo devuelven calentito, o ni eso, te lo dan templado tirando a frío, y cualquiera se arriesga a pedirles que te lo vuelvan a calentar… Es crucial adelantarse al hambre, ya que si seguimos con la ecuación anterior: Calor inhumano + sueño + hambre = Pesadilla en Elm Street.

Con un solo termo a nosotros nos sirve perfectamente, como te adelantas al hambre y les das cuando aún no les suenan las tripas, puedes darle primero al que llevas encima, y luego le pasas el termo al papá para que le dé al que va con él (siempre habrá pasillo de por medio, recuerda que no podéis volar los cuatro en el mismo grupo de asientos -especialmente si el vuelo va completo- por el tema de las mascarillas de oxígeno);

Entretenimiento a bordo

Nuestros hijos son como el día y la noche en lo que a entretenimiento se refiere.

A Zipi le encantan los libros, colorear y las pegatinas. Si utilizas un rotulador de pizarra blanca, pueden pintar tranquilamente sobre la bandeja del respaldo delantero. Con una toallita se borra muy fácilmente. Pero no se lo digas a nadie. Y recuerda no confundirlo con un marker indeleble, porque entonces sí que tendrás un problema. ¡Ah! Y haz siempre una prueba en una esquinita, porque en  las bandejas de algunas compañías no se puede borrar (si te pasa eso, con una goma de borrar y mucho esfuerzo lo puedes quitar).

Existen libros de colorear en los que basta con pasar un pincel mojado por encima del dibujo para que aparezca el color. Con Zipi no ha funcionado demasiado bien, pero ahí lo dejo por si quieres probar.

A Zape por su parte, le dejas la tableta o el teléfono móvil y se puede pasar todo el vuelo sin levantar la cabeza de la pantalla. Eso no mola mucho, porque el niño acaba con los ojos empipados, y son demasiado pequeños para estar tanto rato empantallados. Así que vamos alternando paseos, comidas, pegatinas a las que apenas hace caso, con los dispositivos electrónicos, que es lo único que verdaderamente le gusta…

He hecho un mini listado de aplicaciones gratuitas que les encantan a los dos. La lista es interminable la verdad, hay tantísimas aplicaciones como niños en el mundo:

  • Puzzles: buscad en la tienda de vuestra plataforma del móvil y seguro que encontráis un montón. Yo os digo las que me descargué, que son para iPhone. Son gratuitas, si quieres ampliar más pantallas hay que pagar, pero con las que trae da para rato:
    • Puzzle for children
    • Free Food Photo Puzzle
  • Sago Mini Ocean Swimmer (para iPad y iPhone) esta es muy divertida, es un pececito que va nadando por el mar. El niño dirige al pez poniendo el dedo sobre él, y puede ir pinchando e interactuando con las diferentes cosas que el pez va encontrando en su camino. Da para un largo rato (largo largo) antes de que el peque se canse
  • Talking Tom: tiene una versión infantil con juegos muy graciosos

 

Recogida de basura en la cabina

Como te comentaba en esta otra entrada, toda bolsa de plástico pequeña que pasa por mis manos va a parar directamente al bolso de los niños, así que siempre tengo a mano donde meter un pañal con regalito, los tarritos de la merienda, toallitas usadas, lo que sea. Porque los peques (bueno, más bien sus padres) generan mucha basura.

Con el poco espacio que tienes en el asiento, cada 3 segundos aparece en tu mano una tapita, bolsita, kleenex, botellín de agua, toallita o algo para tirar a la basura. A mí personalmente me pone un poco nerviosa no saber qué hacer con ello mientras tengo a un torbellino encima retorciéndose para zafarse del cinturón de seguridad o estirándose para toquetearle el móvil al pasajero de al lado aprovechando mi despiste. Así que al principio del vuelo, o a la hora de comer, saco una bolsita de plástico y la cuelgo donde pueda (en algunos aviones hay un colgador en el respaldo del asiento delantero) y voy metiendo todo lo que pasa por mis manos.

 

¿Tienes tus particulares truquitos, que quieras compartir, para que tus peques parezcan ángeles celestiales a bordo? Help, please!

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Asturiana, habladora compulsiva, culo inquieto, Licenciada en un par de cosillas y madre de 3 + 3. Los tres primeros son ? ? ? del cielo y los tres siguientes (los mellizos Zipi y Zape y el pequeño Tamagochi), afortunadamente nos dan mucha lata. No soy superwoman, trabajo en equipo con mi Pantuflo. Nadie dijo que fuera fácil... pero ¿y lo bien que lo pasamos?

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