Esta foto es del pasado verano, cuando todavía podía ir sola al parque con ellos porque Zape aún no caminaba |
Entre las actividades que me generan más estrés en el día a día, ir al parque yo sola con los dos es, sin duda, la que se lleva la palma.
Y no soy demasiado paranoica. Observando en el parque a los padres de bebés «únicos» de menos de 2 años, veo que no se separan de sus hijos ni un segundo. Les ayudan a trepar por aquí, a caminar por allá, a bajar por el tobogán, les columpian… ¿Cómo haces eso tú sola con dos correcaminos, que no están en absoluto sincronizados y cada uno va por su lado? De momento, no he descubierto la manera ni he desarrollado el don de la ubicuidad.
Con sus 18 meses, y a pesar del gran desarrollo motriz, Zipi y Zape aún son bebés y no atienden a razones ni entienden los peligros. Pero son unos ágiles e intrépidos exploradores que quieren investigar y descubrir todo lo que hay a su alrededor. El problema es que cada uno quiere hacer algo diferente en cada lado del parque, o, lo que es peor, fuera de él. Mientras uno intenta trepar por el tobogán, el otro está chupando el agua de un charco (no porque yo lo tenga muerto de sed, sino porque es bien sabido por todos los bebés que sabe mejor el agua del suelo que la de la botella o el biberón). Y si no hay más niños en el parque (cosa poco habitual) se puede mantener un mínimo de control, pero cuando está abarrotado, te faltan ojos para ver los peligros que acechan y brazos y piernas para alcanzar a evitar el chichón. Y el momento cumbre llega cuando uno de ellos se ha cansado de las atracciones del recinto, y decide salir fuera a ver qué ofrece el mundo, mientras su hermano está muy entretenido subiéndose al balancín.
Veamos ejemplos de momentos estresantes:
El columpio: Es un viejo conocido. El peligro no está tanto, que también, en la caída del bebé que está subido en él, sino en el hermano que no termina de aprender, aunque haya recibido varios «columpiazos», que NO SE PASA POR DELANTE NI POR DETRÁS DE UN COLUMPIO EN MOVIMIENTO.
El balancín: otro clásico de los parques. Nuevamente el problema no es el que está subido, sino el hermano que no sabe que NO SE PASA POR DEBAJO DE UN BALANCÍN CUANDO HAY OTROS NIÑOS (especialmente si son mayores) SUBIDOS EN ÉL
El tobogán: el problema no es la bajada, sino la subida, que es lo que se aprecia en la foto. La verdad es que no se me ocurre ninguna forma «segura» de subir a un tobogán. Mi estrés aquí es que, mientras Zipi está trepando por ahí (o se pone a corretear en la plataforma una vez arriba), Zape está pasando por detrás de un columpio en el que está subido otro niño mayor (sin padres a la vista) que NO SABE QUE UN COLUMPIO EN MOVIMIENTO PUEDE HACER MUCHO DAÑO A UN GEMELO DESCARRIADO QUE NO SABE QUE LOS COLUMPIAZOS HACEN DAÑO. ¿Qué haces? ¿A quién atiendes? ¿Al que está saltando encima de una plataforma a 1,5 metros de altura, o al que está pasando por delante de un columpio en marcha?
El innombrable: no sé cómo se llama esta atracción del demonio, pero es la que más estrés me genera últimamente. Para más tortura, en el parque hay dos de estos. No se aprecia en la foto, pero al fondo está Zape subido en el otro. ¿Y yo qué hago mientras? ¿Me pongo en el medio de los dos, lista para salir disparada a uno de los lados si alguno se cae? Da igual, no llegas a tiempo. Minutos después de tomar la fotografía, Zipi se cayó de cabeza desde arriba del puñetero cochecito y no llegué a tiempo de evitarlo.
Todas las fotos son del parque de la urbanización donde vivimos. En cada foto aparece un solo niño porque el otro anda corriendo por ahí (van vestidos iguales, así que parece que siempre es el mismo, pero si te apetece jugar a las 7 diferencias, las hay). El parque de casa es el único en el que me atrevo a ir sola con ellos, ya que es terreno conocido y siempre hay un vecino dispuesto a recoger a un gemelo descarriado.
Hace ya unos meses, desde que los dos caminaron, decidí no ir a ningún parque público sin compañía de otro adulto, después de que uno de ellos se me «perdiera» unos minutos (que a mí me parecieron horas). Zape decidió cruzar al parque de los «mayores» porque el de bebés se ve que le resultaba aburrido, y del susto que me llevé decidí aplazar las visitas a estos parajes hasta que los niños entiendan las reglas de juego de los parques infantiles.
Definitivamente, si los niños tienen un ángel de la guarda, los gemelos tienen dos que valen por cuatro.
Y tú, ¿cómo lo haces?
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No hay mayor diversión para unos niños pequeños, que pasar el rato en el parque con sus padres y sus amigos. Es una forma muy agradable para ellos de pasar el rato y poder disfrutar de los columpios en compañía.
Pues yo todavia no me atrevo a ir sola al parque… es tremendo… me siento tal y como lo dices! Mis zipi y zape son autenticos exploradores salvajes…. lo peor del parque es que se salen! y mientras evitas que uno se abra la cabeza en el tobogan el otro aprovecha para irse… no me fio… siempre acompañada o si no en casa… espero qeu de aquí a unos meses ya se pueda "razonar" con ellos… que ya tienen 20 meses!
Un saludo y felicidades por el blog.
Lourdes
Hola Lourdes:
Gracias por tu comentario.
Me suena todo lo que cuentas… Pero ¿sabes qué? No tenemos que forzarnos a nada, los niños están más a gusto en casa con mamá tranquila que en el parque con mamá histérica. Ya verás como pronto mejora (eso espero, los míos les llevan dos meses a los tuyos y de momento seguimos igual jajaja)
Un abrazo,
Ana
Ay! Con lo que yo disfruto del parque! Es una de las actividades que más me gusta, y los llevo un rato siempre que puedo. Ahora tienen 26 meses, pero van desde muy pequeños. Y no me estreso para nada. Los dejo disfrutar tanto como quieran. aparte de que a los parques que tenemos cerca de casa van pocos niños, y es más fácil. El 'truco', si es que se puede llamar así, es tener a uno de los dos controlado. Mientras uno se monta en algún sitio, tener al otro controlado para que no se meta/suba donde pueda haber peligro. Que si se cae, nada, ea ea, otra vez… Lo peor es 'emparanoyarse', los enanos tienen que caerse y aprender a jugar teniendo cuidado por ellos mismos, siempre que no se hagan daño serio o corran más peligro del debido, claro 😉
Y a disfrutar, incluidos lxs xadres 😉
Hola José María:
Gracias por tu comentario. No sabes la alegría (y la envidia ) que me da leerte.
Aunque no lo parezca, pienso igual que tú, la mejor manera de aprender los estragos de la ley de la gravedad es en propia carne, de hecho mis niños tienen un moratón crónico en la frente. Mi problema es que es casi casi imposible tener controlado a uno, ¡son dos terremotos!
El factor "pocosniños" es clave, yo así me puedo llegar a arreglar (aunque un poco de estrés siempre paso) pero los parques de Las Palmas están siempre atestados. Incluso un día que estábamos el papá y yo con los dos nos tuvimos que ir de uno porque era verdaderamente incontrolable.
Por cierto, buenísima tu entrada sobre "la fauna del parque" (http://www.laparejitadegolpe.com/2014/01/la-fauna-del-parque.html) me reí un montón leyéndola y coincido contigo de pleno.
A seguir disfrutando del parque con tus padawanes.
Un saludo,
Ana