Portear no era para nosotras un verbo de uso habitual, y menos aún relacionado con un bebé, hasta que descubrimos que se utiliza para referirse a lo que haces cuando llevas a tu bebé en una «mochila».

Sin duda, el porteo es una experiencia muy agradable, pero, ante todo y más allá de eso, tremendamente práctica. Cuando tienes dos bebés, poder portear a uno de ellos (o incluso a los dos a la vez, sí, es posible) es muy cómodo. Es una manera de suplir la falta de brazos que tenemos las multimamis. Hace unos meses Ana dedicó una entrada a contar su experiencia en El Portabebés, AKA «la mochila», pero hoy hemos querido retomar el tema para contar cómo ha seguido evolucionando su experiencia, así como compartir la de Elena también.

Las mochilas ANA

Como ya contaba en mi entrada, nosotros hemos tenido dos portabebés (y dos ejemplares de cada uno de ellos, uno para papá y otro para mamá):

Marsupi

Los primeros meses, cuando los bebés aún eran muy pequeños para llevarlos en una mochila más rígida, nos hicimos con esta, que se ataba mediante velcros. Es la que aparece en la foto. Es muy ligera y relativamente cómoda de poner (más trabajosa que una mochila, pero menos que un fular). Se adapta perfectamente al cuerpo del bebé, y los nuestros iban muy felices ahí dentro, tanto, que era la única forma 100% segura de calmar su constante llanto durante los primeros meses;

Ergobaby

Cuando los bebés pesaban 7 kilos, la Marsupi empezó a hacerse más incómoda y molestar en la espalda, y nos cambiamos a la Ergobaby, que lleva refuerzo en la cadera. Es muy cómoda de poner, ya que sólo se engancha detrás del cuello. Los tirantes son mullidas y no molestan nada en los hombros, y en la parte delantera tiene bolsillos donde puedes guardar la cartera, un pañal, chupete… Puedes colocar al bebé mirando hacia ti, ladeado en la cadera, o en la espalda mirando hacia delante (los portabebés ergonómicos no permiten colocar al bebé mirando hacia adelante en la postura frontal).

Cuando los bebés cumplieron un año, aproximadamente, ya no querían que los porteara. Uno caminó con 11 meses y otro con 13, y el mundo ofrecía muchas posibilidades que se perdían yendo pegaditos a nosotros. Pero un poco antes de los 18 meses (ahora justo tienen 19) decidieron que ya habían visto mucho mundo y les apetecía de nuevo ir en cuello (en brazos). Llevar en brazos a un bebé de 12 kilos es bastante poco práctico, porque a los 4 pasos ya no puedes con tu maltrecha espalda, en mi caso ya muy castigada de por sí por la diástasis que padezco en los abdominales. Así que desempolvé la mochila y la he vuelto a utilizar. Siempre salgo a la calle con ella puesta, dispuesta a acoger a cualquiera que lo necesite (cualquiera que pese 12 kilos, y se llame Zipi o Zape…) y me ha sacado de varios apuros, porque si uno se me escapa en el parque, me cuelgo a su hermano y voy detrás del tránsfuga. Los portabebés no eliminan mágicamente el peso del niño, pero lo reparten, y además te deja los brazos libres. La espalda también duele cuando lo bajas, pero los brazos, cadera, cervicales, hombros y todo lo demás que usas para cogerlos en cuello, no.

Nuevamente, como ya comentaba en la otra entrada, incido en la practicidad que supone en los viajes. En el último que hicimos en Navidades (17 meses de churumbeles) no nos las llevamos y nos arrepentimos un montón, las echamos de menos más de una vez.

La semana pasada experimentamos un momento mochilero estelar, cuando hicimos nuestra primera excursión sin carrito. Somos primerizos, y cada vez que descubrimos que la vida con hijos no es tan complicada, y que no hace falta salir de casa con 100000000000000 de cachivaches, nos da un subidón. Nos cogimos el coche y nos fuimos al sur de Gran Canaria a la playa. No nos podíamos creer la comodidad de movernos sin el perenne autobús gemelar. Pudimos ir a comer a un restaurante (en el que se cuadraron los astros y tenían dos tronas disponibles) sin tener que pasar penurias por las estrecheces, con el carro gemelar ni siquiera podríamos haber entrado en el local. Sin portabebés podríamos haber hecho la misma excursión, pero claramente habríamos acabado con brazos/caderas/etc hechos polvo, y además no habríamos tenido manos para llevar las cosas de la playa.

Y una última ventaja: cuando tienes que ir tú sola a algún sitio con estrecheces, donde por ejemplo el ascensor es mini, es muy útil llevar a uno de los bebés en una sillita individual y al otro en la mochila. Aunque esto es recomendable a partir de los 7 u 8 meses, porque antes los bebés aún no se sientan bien y si tienes que hacer cualquier cambio de ubicación entre ellos, o cambiar un pañal, es complicado arreglárselas sola (aunque posible es, las multimamis tenemos superpoderes). Por cierto, otro día dedicaremos una entrada a hablar de la utilidad de tener, además de la guagua gemelar, una sillita individual (Elena no tiene este problema porque su carro gemelar se convierte en individual).

Las mochilas de ELENA

No quiero extenderme demasiado con mi experiencia, ya que Ana ha dicho lo fundamental: de vez en cuando verte con los brazos libres es un alivio. Acabas de la sillita gemelar hasta el moño.

Ya con los mayores utlizamos mucho las mochilas. La BabyBjorn cuando el peque mayor era un bebé, y luego nos hicimos con una Ergobaby.

Con la segunda peque, la Ergobaby la explotamos hasta el infinito, hasta el punto de que todavía con casi 4 años la hemos seguido usando cuando nos íbamos de excursión al monte, para llevarla a ella a cuestas en ciertas partes del camino que le costaban….

Fulares

Con los bebés, nos estrenamos en el mundo de los fulares gracias a una amiga, Laura, que nos regaló un fular elástico Boba Wrap. Una pasada. Superamoroso. Y cuando los bebés son pequeñitos y prematuros, te ayuda a tenerlos pegaditos a ti. Llegué incluso a ver un enlace de una chica que lo usaba con sus gemelos a la vez los dos dentro! Muy cómodo porque te preanudas el fular, y solo tienes que meter al bebé cuando lo necesites, así que puedes salir con él ya puesto y no ocupa nada de nada. Si no lo usas, te hace hasta de mantita. Después de ese compré otro de Mum Eco, esta vez semielástico.

Mochilas

Ahora ya usamos las mochilas, la Ergobaby y nuestra última adquisición, una Boba 4G. Supercómoda en lo que se refiere a los tirantes, y con unos diseños muy guapos. Tengo ganas de una bandolera de anilla, aunque aún no me he animado.

Creo que los portabebés en el caso de gemelos son una solución a muchas situaciones, sobre todo cuando te ves sola con los dos, uno llora y quiere estar en cuello y con otro tienes que hacer otra cosa. O cuando sabes que vas a ir a sitios en los que la sillita va a ser un engorro.

Os animo a que al menos las probéis. Hay redes de madres que intercambian portabebés, o que te los dejan de prueba antes de comprarlos… No dudéis en echarles un vistazo.

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Somos dos amiguinas de toda la vida. Juntas desde el cole. Y el destino ha querido también que las dos tengamos mellizos y sendas familias numerosas. Vivimos a más de 2.000 km de distancia (Elena en Oviedo y Ana en Las Palmas de Gran Canaria) y gracias al mundo virtual nos hemos unido en esta aventura bloguera.

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