Hace unos meses dedicamos una entrada a hablar del papel del papá múltiple y ya comentaba la suerte que tienen Zipi y Zape con su papá. Y no es que hoy vaya a hablar de él porque lo hayamos perdido (Diosnoslibreyguarde), pero estas semanas lo hemos tenido a medio gas, qué digo a medio, al 1% de gas, porque se ha operado de la rodilla y la recuperación es lenta. Y ha tenido que pasar esto para que me diera cuenta de verdad verdadera de la buena de lo que realmente aporta en casa.

Porque por mucho que me llenara la boca hablando de él, en mi fuero interno siempre he pensado que el peso lo llevaba yo y él «colaboraba», mucho, y muy bien, pero colaboración al fin y al cabo. Hay ciertos campos que son de mi dominio, como hacer la compra y organizar la logística casera, para que siempre haya pañales y los niños no vayan en bolingas por la vida ni pasen hambre . Al igual que hay otros campos que son de su entero dominio, como ocuparse de que funcione internet o buscar remedio para cualquier problema. Pero parece que los míos son más importantes, ¡qué equivocada estaba! Olvidé que somos un equipo. Y precisamente un equipo consiste en eso, en repartir tareas y decisiones, todas igual de importantes. Y él también reparte, no solo yo, y decide al igual que yo. Lo único es que su jornada laboral es más extensa que la mía, y su centro de trabajo se encuentra a 60 minutos de casa, así que es inevitable que pase más horas al día fuera de casa que yo.

El caso es que me hacía una vaga idea de la que se avecinaba. Demasiado vaga. Hasta que se me vino encima no me di cuenta de lo que realmente significaba no poder contar con él para nada (además de tener que ocuparme de él también, porque las primeras semanas apenas se podía mover). Al quinto día de estar así terminé pidiendo agua por señas y mi padre se vino una semana con nosotros a echarnos una mano (por cierto, otro día le dedicaré una entrada a él porque es un súper abuelo).

Y entonces me di cuenta de que no soy (no somos) nada sin él. Porque al reparar en todas las cosas que tenía que hacer yo, me salió una lista enorme de todo lo que él hace normalmente y ahora se veía impedido: no podía darles los baños a los niños, ni jugar con ellos, ni alcanzarme un pañal, ni levantarse por la noche a dar un antibiótico o poner un chupete o dar agua, ni acostarlos y quedarse un rato con ellos, ni bajar al parque, ni dar de comer o hacer payasadas mientras les daba yo de comer, ni quedarse con ellos mientras yo voy a mi clase de piano o a la peluquería o a una consulta médica, ni hacer excursiones de fin de semana… Y podría seguir tres párrafos más. ¡Y yo que me creía la reina de la casa por hacer la compra por internet!

Han sido días duros para mí, pero también, y sobre todo, para él, porque no es agradable verte inútil, y encima tener que soportar la cara de pepino de tu mujer o los llantos impotentes de tu hijo que no entiende por qué no puedes jugar con él.

Ya poco a poco lo vamos recuperando con más fuerza que nunca. GRACIAS, a ti y a la vida, por la suerte que tengo de estar a tu lado, y PERDONA mi mal humor de estos días. ¿Hace falta que te diga lo mucho que te quiero?

The following two tabs change content below.
Asturiana, habladora compulsiva, culo inquieto, Licenciada en un par de cosillas y madre de 3 + 3. Los tres primeros son ? ? ? del cielo y los tres siguientes (los mellizos Zipi y Zape y el pequeño Tamagochi), afortunadamente nos dan mucha lata. No soy superwoman, trabajo en equipo con mi Pantuflo. Nadie dijo que fuera fácil... pero ¿y lo bien que lo pasamos?

Latest posts by Ana Tresguerres (see all)