No lloro de pena, desdicha ni amargura. Ni porque sea una floja o una desagradecida de la vida. No lloro de dolor (bueno, a veces sí…).

Lloro porque acabo de aterrizar de un largo viaje que ha durado nueve meses. Ahora toca volver a viajar sola, como todos hacemos en la vida. Mi pequeño compañero de viaje y yo ya nunca más volveremos a ser uno. Y por eso lloro. Y porque nos estamos conociendo, y a veces no nos entendemos.

Lloro porque dar vida es algo muy intenso y muy bello. No importa cuántas veces lo vivas, cada vez es nuevo y sobrecogedor. Es algo tan grande que no se puede asimilar de golpe. Y exige mucha responsabilidad, y desborda. Y por eso lloro. Y me río. Y me enfado. Por momentos no sé quién soy.

No tengo depresión. No necesito vitaminas ni visitar a ningún médico. No me pasa nada raro.

Sólo necesito tiempo para que este aterrizaje se produzca de la forma más suave posible.

No pido que lo entiendas, sólo que lo respetes y me dejes llorar. Todo regresa a su sitio. Todo vuelve a su estado inicial. Mientras lo hace, yo sólo lloro, a la vez que pienso en lo afortunada que soy por poder tenerlo entre mis brazos.

 

The following two tabs change content below.
Asturiana, habladora compulsiva, culo inquieto, Licenciada en un par de cosillas y madre de 3 + 3. Los tres primeros son ? ? ? del cielo y los tres siguientes (los mellizos Zipi y Zape y el pequeño Tamagochi), afortunadamente nos dan mucha lata. No soy superwoman, trabajo en equipo con mi Pantuflo. Nadie dijo que fuera fácil... pero ¿y lo bien que lo pasamos?

Latest posts by Ana Tresguerres (see all)