En un gran número de centros escolares los hermanos gemelos o trillizos son puestos en clases distintas por norma. Hemos querido dar nuestro punto de vista sobre el asunto. Las dos los tenemos a nuestros respectivos pares en clases diferentes, pero nuestras opiniones difieren.

 

La opinión de ANA

 

Las generalizaciones no suelen ser buenas ni necesarias. Las imposiciones, tampoco. No estoy de acuerdo en poner a los gemelos en aulas diferentes por imperativo, solo porque alguien decidió en algún momento que había que hacerlo así para que reforzaran su identidad particular. Se debería prestar atención a cada caso en particular, y al deseo de los padres.

Quizás sería más constructivo, aunque soy consciente de la quimera que supone, instruir al personal docente (y demás trabajadores de un centro educativo), para que sepan estar a la altura y tratarlos como los seres independientes que son.

Curiosamente, sus amiguitos de poco más de un metro de altura respetan su individualidad. Incluso niños de 3 años diferencian sin problema a amiguitos que son gemelos idénticos. Son los adultos los que los tratan como a un pack constantemente. Los que establecen desafortunadas comparaciones y los que se lían con los monozigóticos. Es decir, el problema con su identidad no lo tienen los hermanitos en sí, sino los adultos. Pero es más fácil cortar por lo sano y cada uno en una clase.

Separados por norma, no. Sin embargo, no debería ser tan grave si finalmente los separan

Dicho esto, también creo que no debería haber mayor drama. En el caso de que finalmente los niños tengan que terminar en aulas diferentes, tampoco estarán separados. Simplemente no comparten cuatro paredes durante unas pocas horas. Sin embargo, sí comparten el resto de actividades escolares: comedor, recreos, extraescolares, horarios y hasta amigos. Amén del resto del día y noche, vacaciones y fiestas de guardar que ya de por sí pasan juntos en el entorno familiar.

¿A donde quiero llegar con todo esto? Pues a que si se diera el caso de que podemos elegir un colegio que nos gusta mucho por muchos motivos y la única pega que le encontramos es que quieren poner a cada uno de nuestros hijos en una clase, NO DEBERÍAMOS SUFRIR por ello. Ni para mí tiene tanto peso como para descartar un colegio que me gustase mucho sólo por este factor.

Si no estamos de acuerdo y queremos que vayan juntos, deberíamos hacerlo saber. De hecho, hay muchos colegios en los que basta con hacer esto para que los pongan en la misma clase. Si se resisten de primeras, podemos citar estudios que avalan las bondades de que que compartan aula, o al menos la no evidencia de la necesidad de poner a cada uno en una distinta por sistema.

Los padres, factor clave en la adaptación al centro

Y si finalmente no nos lleva a ningún lado nuestra reivindicación, creo que nosotros podemos hacer que nuestros hijos no tengan una experiencia traumática. En la medida en que nosotros no suframos, ellos no lo harán. Porque si les hacemos ver que es una desgracia estar en clases diferentes, ellos se lo tomarán como tal. Muchas veces sufrimos más los padres que los niños, y es nuestro sufrimiento el que les contraria, y no el propio hecho en sí.

¿Alguna vez has experimentado ir en un avión y que se desaten turbulencias fuertes, y tú empiezas a sudar en frío? En ese momento miras a la azafata/o para ver la cara que tiene. Si su semblante es tranquilo, aunque tú sigues con un nudo en el estómago porque te inquieta la situación, experimentas en cierto modo tranquilidad. No digamos ya si el comandante coge el micrófono y habla en tono tranquilizador anunciando las turbulencias y diciendo sin atisbo de pánico que el avión se va a mover durante un rato. O sea, tienes miedo pero sabes que todo va a ir bien. Ahora, como la cara de la azafata esté desencajada, o al piloto se le quiebre la voz al hablar, directamente te haces pipí encima… Pues eso, exactamente, somos nosotros para nuestros hijos, la tripulación del avión en el que ellos están viajando. Si estamos seguros, ellos también lo estarán.

 

La opinión de ELENA

 

Siempre soy la nota discordante pero también la menos polémica de nuestro par bloggero. Y creo que eso es lo que nos hace ser un buen equipo. A diferencia de Ana, soy una fiel defensora de que los separen en clases.

Yo sí creo en el fomento de la individualidad entre hermanos

Reconozco que cuando nos dejaron caer que irían separados me dió pena por ellos, y pena por mí también, pues cuando tienes más niños se hace todo mas difícil.. Ya solo ir a las tutorías o a las reuniones de curso se convierte en un supertetris que sería evitable si fuesen juntos. De un plumazo te quitas dos reuniones… Sin embargo, sinceramente creo que estar separados es un gran paso y un gran avance para fomentar su personalidad, independencia, y autonomía. Y les prepara para otras muchas más situaciones a las que tendrán que enfrentarse solos en el futuro.

Evitamos las comparaciones

Voy más allá: es una manera sencilla de evitar las odiosas comparaciones y rivalidades que pueden surgir en el ámbito académico. Cierto es que, como dice Ana, lo ideal sería instruir al personal adulto, pero seamos realistas, eso está lejos de ser algo alcanzable. Y ya estando en clases separadas los profes los comparan y destacan las fortalezas de uno frente al otro y también sus debilidades. Esto sería más notable si compartiesen aula y profe. Así que esa es otra ventaja. Ni les comparan tanto ni se comparan entre ellos mismos tanto.

Y por otro lado, se gestionan mejor las dependencias entre ellos y les invita a relacionarse con otros niños con los que quizá no se relacionarían si no estuviesen en distintas clases. No veo de nuevo más que ventajas.

Quizá su adaptación al cole sería menos traumática, como dice Ana, si fuesen juntos, pero ganan tantas otras cosas a cambio que el hecho de que la adaptación cueste queda enmascarado por ellas.

Siempre pienso que si las cosas se hacen de una manera concreta es por un motivo. Creo que los padres deberíamos poder opinar sobre la separación, aunque confío y creo firmemente que no es cuestión de capricho sino que comparando ambas opciones, la que se aplica es sin duda la mas beneficiosa para los peques.

Mentalizar a los hermanitos

Cobra entonces una especial importancia preparar a los chiquitillos a esa nueva situación, explicándoles que aunque no vayan a la misma clase, siguen estando cerca, y seguro que los profes les facilitarán que se vean si ven que es bueno para acelerar la adaptación. ¡Confiemos en el cole y en los educadores! Van muchos pasos por delante de nosotros.

 

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Somos dos amiguinas de toda la vida. Juntas desde el cole. Y el destino ha querido también que las dos tengamos mellizos y sendas familias numerosas. Vivimos a más de 2.000 km de distancia (Elena en Oviedo y Ana en Las Palmas de Gran Canaria) y gracias al mundo virtual nos hemos unido en esta aventura bloguera.

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